ELABORA TUS PROPIOS ZUMOS

Si exprimes tu mismo tus propios zumos, cada ra­ción debería prepararse en el instante de tomarla: es la única forma de que el zumo contenga todos los nu­trientes solubles de las plantas. Cuando los zumos no se toman recién exprimidos, no sólo se perjudica al sentido del gusto: de inmediato comienza un proceso de destrucción de las sustancias activas y curativas, proceso que puede reconocerse, por ejemplo, en la oxidación y el cambio de color de las manzanas. Si se añaden unas gotas de zumo de limón, se retrasa la pérdida de sustancias nutritivas. Además, cuanto me­nos cantidad de ácido tengan los zumos recién expri­midos (como los zumos de verdura), tanto más sensi­bles serán al ataque de bacterias. Nada más destruirse las células vivas de las plantas, los fermentos comien zan a descomponer las sustancias nutritivas: comienza la putrefacción. Los microorganismos exteriores, co mo las levaduras, los mohos o las bacterias, se avalan-zan con codicia sobre las fuentes de alimento accesi bles y reducen rápidamente el valor nutritivo del zumo recién exprimido. El frío (temperatura de frigo rífico) puede retardar este proceso, pero no detenerlo. Los zumos frescos exprimidos por ti mismo debes consumirlos de inmediato.
Para exprimir los zumos de frutas y verduras sólo son adecuados los exprimidores que separan el líquido de los elementos sólidos mediante roce, presión o cen trifugación. Por el contrario, los exprimidores de vaporización no son recomendables, pues el calor puede dañar las propiedades de los zumos utilizados en las curas.
Preste atención a la calidad de la fruta y la verdura. Las frutas muy maduras y no tocadas procedentes de cultivos ecológicos son la mejor elección. Compre siem pre verdura o fruta de temporada de su región: así será fresca y sabrá que ha crecido en condiciones naturales.
Lave siempre la fruta y la verdura sin trocear bajo el chorro de agua del grifo (con las frutas que lo per­mitan, con agua caliente). Así conseguirá eliminar gran parte de los contaminantes que tengan adheri­dos. Si no está seguro de que las frutas no estén «in­yectadas», quíteles la piel para mayor seguridad.
La verdura con hojas debe desmenuzarla, quitán­dole todos los puntos dañados y lavándola concienzuda mente bajo el chorro de agua del grifo. A continuación, déjela escurrir bien. Los tubérculos se cepillan o se pelan con un cubierto especial. La fruta y verdura troceada de be exprimirse lo antes posible, puesto que en los cortes comienzan rápidamente los procesos oxidativos.

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